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Los 5Ritmos:
Los 5Ritmos de Fluido, Staccato, Caos, Lírico y Quietud™ son formas de Ser. Son un mapa para cualquier lugar al que deseemos ir y en cualquier plano de consciencia: hacia el interior y el exterior, hacia el frente y de regreso, en el nivel físico, emocional o intelectual.
Son señaladores en el camino de retorno a nuestro ser auténtico, un ser vulnerable, salvaje, apasionado e instintivo.
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Fluido
En el Fluido practicamos físicamente el arte de fluir en nuestro cuerpo. El Fluido es la vía directa hacia la verdad interior, es el impulso a seguir nuestra propia energía, y a sernos fieles a nosotros mismos cuando escuchamos y atendemos nuestras necesidades y somos receptivos a nuestro mundo interior y exterior. Cuando nos abrimos a la fluidez de nuestro ser físico, se abren todos los demás caminos. Es una de las maneras más bellas y fascinantes de bailar, de presenciar y observar. Es una preciosa experiencia cuando nos encontramos dentro de ella.
Los hombres y las mujeres que encarnan el ritmo de Fluido son ágiles y flexibles, y se entregan a sus pies confiados de que estos los llevarán hacia donde deben dirigirse.
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Staccato
En Staccato practicamos físicamente el poder de la energía masculina. Es un ritmo con la percusión y la fuerza que fomentan la conexión con el resto del mundo. Staccato es la puerta del corazón. Nos muestra cómo entrar al mundo conectados con los pies y los sentimientos. Este ritmo rige nuestro mundo lineal, nuestra parte guerrera, la parte de nosotros que se presenta en forma de verdad y claridad. Es la parte que se pone de pie para defender lo que nos importa, lo que amamos y a quienes amamos.
Staccato es el maestro implacable de los límites. El protector y embajador de nuestro ser fluido. Visualmente, las mujeres y los hombres que encarnan el ritmo de Staccato comunican definición, claridad y conexión, y no temen a expresar el corazón en forma transparente. Bailar Staccato con uno mismo, con una pareja, o en grupo, es siempre una experiencia poderosa.
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Caos
En Caos, practicamos el arte de soltar el cuerpo completamente: cabeza, columna, caderas y pies, moviéndonos más rápido de lo que podemos pensar. Caos nos libera de las ilusiones y nos avienta de cabeza al ritmo. Nos lleva por la travesía que va desde el no puedo”, hasta “lo haré”. Las prácticas sencillas del ritmo de Caos nos devuelven inmediatamente al cuerpo y al momento presente. Es el ritmo que nos libera de todas las ideas que tengamos sobre lo que somos, y que nos da una experiencia tangible de ser totalmente íntegros, libres, intuitivos y creativos.
Caos es la entrada hacia una mente amplia. Al bailarlo practicamos el ir a lo desconocido sin temerle a lo que encontraremos. La imagen de la danza en el Caos es un remolino gigante, caliente y sudoroso que se desborda con energía catártica. Es nuestra danza grande, donde nos rompemos y nos volcamos más allá del baile.
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Lírico
En Lírico practicamos el arte de salir del Caos. Es la danza física, energética, emocional y espiritual del renacer. Al practicar Lírico aprendemos a disolver patrones nocivos, y a entregarnos a la profundidad de las repeticiones fluidas y creativas del alma que se manifiestan en nuestro ser, y salen como burbujas de nuestras partes más profundas. Aquí también aceptamos la integridad y dignidad que a menudo olvidamos que llevamos dentro.
Lírico es un ritmo expansivo que nos conecta con nuestra humanidad y con ritmos, repeticiones, patrones y ciclos ancestrales. Lírico es más un estado de ser que un ritmo, ya que puede ser la expresión aligerada, clara y nítida de cualquiera de los 5Ritmos. Aquí bailamos con pies ligeros, o como pájaros que vuelan por el aire. Aunque no hay que confundirnos, en el Lírico estamos totalmente arraigados y llevamos todo nuestro poder.
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Quietud
Entrar en Quietud y no hacer nada son cosas completamente diferentes. La Quietud se mueve, tanto en nuestro interior como en el exterior. La danza es nuestro vehículo y el destino es el ritmo de la Quietud. Nuestro reto es ser un receptáculo que sigue moviéndose y sigue cambiando. Físicamente, en la danza de la Quietud, nos movemos en cámara lenta, como maestros de Tai Chi que meditan creando formas altamente impredecibles. Aquí se manifiestan en nosotros las figuras del pasado, el presente y el futuro; formas femeninas y masculinas, además del baile mágico que surge cuando estas danzan y se unifican. Moverse en quietud, y ser movimiento quieto, es lo que fusiona las experiencias de vida acumuladas en nuestros cuerpos para convertirlas en verdadera sabiduría. Eventualmente nos disolvemos hasta terminar sentados en meditación, donde todos los demás ritmos de nuestra trayectoria se unen en la resonancia vital del silencio.
Cada vez que bailamos hasta la Quietud, practicamos el arte de crear finales humildes y significantes, que luego son interpretados e integrados por nuestro ser superior. Eso luego nos ayuda en todas las etapas finales de los procesos de vida: el fin de esta danza, el de este día, de esta relación, o de este ciclo. Los buenos finales piden que nos hagamos responsables de toda nuestra trayectoria y que destilemos la sabiduría de nuestras experiencias para comenzar limpios la siguiente ola o ciclo, ya sin cargas del pasado.